domingo, 3 de octubre de 2010

Sentémonos a conversar

Diálogo de una lunática

Sentémonos a conversar del tiempo para malgastarlo un poco y también de las flores que caen a diario. A  reír de lo que no se borra ni con la mente ni mucho menos con la mano, de lo que lo que pasa por la cabeza cuando se escribe y se habla, hasta cuando se escucha sin mucha importancia.

Hablemos de lo que ha pasado entre nosotros, lo que nunca me dijiste y siempre quise escuchar de tus labios, del atardecer que prometiste que ahora se ha convertido en tormenta. Digámonos lo que hemos cambiado, cuanto hemos crecido y avanzado, como van las metas que alguna vez planeamos juntos.

Esas flores que alguna vez me diste aun las tengo, sembré unas iguales en el jardín para que con el tiempo recordara su color y su aroma. Veo que ya no hueles igual, tu presencia ha cambiado, como si ya no fueras el mismo, como si no me reconocieras. Que pasó durante el tiempo de mi ausencia. ¿Me pensaste? ¿Gritaste mi nombre en silencio? Cuéntame que no quiero hablar sola.

Para que sepas yo si te he tenido siempre presente en mis sueños y en mis acciones a diario, lo nuestro fue simplemente inolvidable ¿Verdad?. Tú me enseñaste a valorarme y a apreciar otras cosas del mundo que al parecer no tenían ciencia ni razón ni lugar.

Entre otras cosas también aprendí  a correr en las mañanas, como tú solías hacer y no adivinas que aprendí a cocinar la receta de tu madre que tanto te gusta. No pienses que te he pensado todo el tiempo, también he salido con otros chicos de hecho muy parecidos a ti, no se porqué, pero nada serio en realidad que pudiera funcionar a futuro.

Te dejo Nicolás, ya me tengo que ir. Aunque no se porque ya no me hablas, como si ya no te importara. 


No me digas que mi camisa te aprieta mucho la boca, justo la solté un poco por si te atrevías a besarme. Y tampoco le eches la culpa a las cadenas que até a tus manos, sabes que te quiero mucho como para dejarte escapar. Siempre lo he dicho, conmigo estarás a salvo de esos pensamientos malos que te hacen huir.

Yo se que quieres estar conmigo, por eso mira como cada noche vengo a hablarte y darte de comer al sótano que adecué solamente para ti y así la gente diga que estoy loca, que piensen lo que quieran. Que somos dos locos de amor que se necesitan para vivir.

Ahorita vuelvo y  mas  vale que me hables, oíste mi amorcito.




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