domingo, 13 de marzo de 2011

Wilson hizo de mí una canción


Que estas palabras las escuche desde su tumba
pero que mi llanto no lo moje tanto
que nunca muera su recuerdo
y que el nudo en mi garganta permanezca
hasta que termine de escribir la melodía
de quien cambió los rieles
por donde iba a pasar el tren de mi vida.


Alguien se acerca a la ventana del 43-66 bloque 6, es Santiago el del cuarto piso del bloque 3 y Marcela  sin bañarse, tan raro, ¿a qué vendrá? Piensa.

Camina a paso rápido para la habitación para que no la vea despelucada y con la sudadera y camisa ancha con lo que suele dormir.

Santiago se pega a la reja de la ventana, sobra decir que es un primer piso, hace una mirada panorámica de la casa y lanza entre sus dientes: ¡Estebaaaaaan!

Ahí va Esteban, su hermano, también sin bañarse a atender el llamado.
-         Que hubo parce, dice Santiago

-         ¿Ya sabe?, exclama

Qué podría pasar un 12 de abril de 2008 alrededor de las 10:00 de la mañana, a lo mejor será un chisme bomba de algún vecino o amigo de ellos, piensa Marcela desde la puerta donde está parada. Desde ahí no la ven pero lo puede escuchar todo.

Ha parado de cantar con la escoba para escuchar atenta la conversación, solo escucha un nombre que le trae recuerdos de su primera vez.

Lunes, mi primera vez

Recuerdo que era la primera vez que lo hacía, sentía mucho miedo y mis manos temblaban al igual que mi voz, me costaba respirar y sentía que hervía todo mi cuerpo. En realidad no sé si quería hacerlo, tenía diez años demasiado niña para aventurarme a hacer algo de lo que no tenía la más mínima experiencia.

Pasó un lunes común de marzo del año 2002 en 5ºA, en el Colegio. En el salón sólo de niñas olía a brillo labial de colegiala y sonaban las risas de Camila Arenas, la indisciplinada del grupo. Yo Hablaba con Leslie que estaba atrás de mí mientras esperábamos el cambio de clase.

Hubo un instante de silencio cuando llegó Wilson Cano. No se demoró su sonrisa en hacerse notar ni la guitarra que cuelga en el pecho para la clase de canto donde nos enseñaban canciones de todo tipo, más que todo religiosas para que en las misas con el Padre Orlando, el rector, no lo hiciéramos enojar a causa de nuestro analfabetismo “cancional”.

Saqué el cuaderno de religión y lo abrí por el lado del revés donde copiaba las canciones. Pero Wilson hoy no estaba dispuesto a cantar en grupo, tenía una actividad diferente.

Si hubiera sabido que esta iba a ser mi primera vez en público, tal vez me habría peinado mejor y no con la cola de caballo pegada al cuello acompañada del infaltable partido a la mitad. Le habría pedido loción a Leslie que siempre cargaba un “estuchesito” con crema de manos, loción y brillo labial que después copiaría a mi gusto.

-         Bueno, van a salir por filas y se escoge la mejor, dijo el profe.

Nunca le había visto problema a estar en la primera fila hasta ese momento, salimos las seis de la fila y nos pusimos en frente. Sentía mucho miedo y mis manos temblaban al igual que mi voz, me costaba respirar y sentía que hervía todo mi cuerpo. En realidad ya no importaba si quería hacerlo, si estaba muy niña o si no tenía experiencia.

Lo hice con Napoleón delante de todas mis compañeras y de Wilson, no sabía si era la mejor aún pero después de finalmente hacerlo creo que era algo que siempre había querido experimentar. El espejo y el cepillo que simulaban un micrófono me decían que tenía talento y que quizá esa era la oportunidad que estaba anhelando.

Canté por primera vez. La canción fue Vive de Jose María Napoleón Narváez, cantautor mexicano,  conocido en el mundo de la música como 'El poeta de la canción'.

Volví a la tierra cuando escuché mi nombre y un gran número de aplausos, era la elegida de la fila. Después de sentarme con el temblor que no se me pasaba y la sonrisa en mi rostro vi desfilar mi competencia. Las niñas de las siguientes cinco filas también fueron elegidas.

Quedamos seis, una de cada fila dispuesta a hacerlo ya por segunda vez también con Vive de Napoleón.

-         ¿Quién queda? Preguntó Wilson

La ganadora iba a formar parte del coro que estaba formando el profesor con otros alumnos de sexto a octavo grado. Sentí en ese momento que me podía ganar esa lotería pero al tiempo me preguntaba y ¿si, no? , ¿Si no quedo? Seguramente iba a llorar porque así me he pasado parte de la vida creyendo que voy a solucionar muchos problemas.

-         ¿Quién queda? Preguntó de nuevo el profe.

10:30 am del miércoles 12, la noticia

El recuerdo se había perdido en el presente cuando Heron habló un rato con Esteban Gutiérrez.

-         ¿No me cree?

Esteban se rió y le dijo:

-         Que bobo, oigan a este.

-         Jajajaj, yo que te voy a creer…

Marcela seguía en la puerta de su habitación escuchando intrigada, no podía creer lo que escuchaba. Un nudo en su garganta se formaba y sentía que estar allí parada escuchando chismes baratos no valía la pena.

Santiago aunque tenía una hermana muy seria, él como el lado opuesto de un imán era conocido por chistoso y cansón en la Unidad donde vivía. Y con la misma fama iba todos los días al Colegio donde cursaba último grado.

Esteban tiene una risa nerviosa y Marcela se aleja de la puerta.

-         Hoy hay una misa en la Parroquia del colegio,  a las 12:30 por él.
Dicho esto Santiago atravesó el prado de la casa con cierta frialdad que Marcela no entiende y se marcha.

Martes, mi primera segunda vez

Ya había sido seleccionada para el coro de Wilson. El ensayo previo a la presentación fue acordado los jueves a las 11:30 de la mañana hasta las 12:45  en el salón de música, una especie de salón olvidado que olía a viejo y no tenía ventanas, vacio casi en su totalidad salvo por alguna mesa y silla y el tablero colgado en la pared. Estaba al lado de la parroquia y cualquier  Do o Re por minúsculo que fuera se escuchaba en todo el patio central.

Esta pequeña cajita acústica que se convirtió en varias ocasiones el pretexto para faltar a la clase de matemáticas con Carlos Mario Zuluaga o “Zulu”, como le llamábamos todos de cariño. Me molestaban los números pero la clase con “Zulu” más que de números era de canciones.

-         Será positivo será negativo, yo no sé lo que será. Cantaba “Zulu”

En total eran seis voces, que por supuesto no alcancé a conocer en su totalidad, sólo mi timidez me permitió llegar al “hola” con Juan Fernando, Laura Tamayo de 6ºA y Sergio Gómez de 5ºB. Era el ensayo del día anterior a la presentación un lunes del mes de marzo, cada uno sacó la canción que le correspondía en el trozo de papel, el mío particularmente a mano y mojado de nervios y ansiedad. Wilson nos reunió en la cajita acústica.

-         Vamos a cantar con el corazón.

Nos montamos al escenario y con el corazón cantamos la letra de la canción de Jose Luis Perales Que canten los niños del álbum Con el Paso del Tiempo de 1987.

Que canten los niños que alcen la voz
que hagan al mundo escuchar
que unan sus voces y lleguen al sol
en ellos está la verdad.

Que canten los niños que viven en paz
y aquellos que sufren dolor
que canten por esos que no cantaran
porque han apagado su voz.


Fue la primera vez que estaba en un escenario cantando, la segunda vez que cantaba y uno de los momentos más alegres y a la vez tensionantes de mi etapa como colegiala.

11:00 am del miércoles 12, la llamada

Santiago no puede estar diciendo la verdad, pensó Marcela con un nudo en su garganta que le impedía hablar.

Esteban se fue para su habitación sin derramar una lágrima, había quedado como una página en blanco que necesitaba un poco de tinta después de la visita de santiago.

Entonces Marcela llamó a Valeria  su amiga del salón.

-         Vale mataron a Wilson.

-         ¿Qué?, no Marce…

-          ¿Enserio?

-         Sí Vale, enserio. Hoy hay una misa en la Parroquia del colegio por él.
Su rostro empezó a saber a sal de lágrimas y volvió a sentir mucho miedo y sus manos temblaban al igual que su voz, le costaba respirar y esa vez sentía que se enfriaba todo su cuerpo.

Lloraron sin parar, no entendían porqué pasaban esas cosas, sentían rabia y empezaron a recordar cada momento. El día anterior, sábado 11 de abril de 2008, habían estado ensayando con el grupo musical del colegio. A Valeria la conoció desde tercero de primaria, juntas cantaron para la Muestra Comunicativa del Colegio cuando estaban en séptimo grado, año 2004, la canción de 5ºA y ganaron en la categoría de canción bajo la compañía de Wilson y su guitarra.

Y entonces recordé también el coro de Wilson y otros muchos recuerdos que me han hecho cantar y me harán cantar el resto de mi vida, porque ahora que Esteban, mi hermano, es músico me di cuenta que Wilson hizo de mí una canción.

    -  ¿Vale te acuerdas cuando cantamos la canción con él?

Vive, Jose María Napoleón:

Nada te llevaras cuando te marches
cuando se acerque el día de tu final
vive feliz ahora mientras puedes
tal vez mañana no tengas tiempo
para sentirte despertar…

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