Viernes, 7:00 de la mañana.
Talleristas
y equipo coordinador se preparan con juegos y danzas para la llegada de los
niños y jóvenes.
El
lugar que les cuento, aunque suene repetido, parece sacado de un cuento…
Un
lugar muy cercano al mundo de los asombros, de la curiosidad y el conocimiento:
La Universidad de los niños EAFIT. Ubicada en Medellín, Colombia, esta Universidad sin rey pero donde la pregunta
tiene corona, 1.627 niños y jóvenes se encuentran cada mes para darle respuesta
a una pregunta: ¿Por qué hay ricos y pobres?, ¿cómo vuelan los aviones?, ¿cómo
saber si las decisiones del gobierno son las mejores para las personas?, ¿cómo
mantener limpia el agua que utilizamos?, etc.
La
Universidad de los niños EAFIT es un programa que propicia el acercamiento
entre los niños, la investigación, la ciencia y la universidad. Su propósito es
que los niños y jóvenes se apropien del conocimiento científico de una forma
divertida y creativa en el que la principal motivación para aprender son las
preguntas.
Seguro
usted, lector, ha tenido estas preguntas. Yo también, y esa curiosidad es la
que luego nos lleva a una nueva etapa, la de indagar e investigar para tener respuestas.
La Universidad de los niños tiene dos etapas: Encuentros con la pregunta, niños
entre los 7 y 13 años que asisten por primera vez al programa se acercan a la
ciencia y la investigación a través de preguntas que parten de ellos mismos.
Expediciones al conocimiento, la segunda etapa, los niños entre los 8 y los 16
años que ya han pasado por encuentros, se relacionan con la investigación y el
saber científico que se realiza en la Universidad EAFIT; en compañía de investigadores
los participantes interactúan con
espacios y herramientas cotidianas a su oficio.
Conocí
esta máquina de preguntas hace dos años en la Universidad, donde estudio
Comunicación Social y me vinculé al programa como tallerista. Pensé que sólo se trataba de saber interactuar con niños y cómo ser líder de un grupo. Lo que descubrí fue maravilloso.
Había
olvidado asombrarme por las cosas “pequeñas”como las nubes, las hojas de los
árboles, la vida… fue como volverme a encontrar con el niño curioso que, de
algún modo, todos guardamos atesoradamente.
No fue
un encuentro fácil. Para entablar relaciones con los niños aprendí que es
necesario empezar a relacionarse con uno mismo, con sus miedos, fortalezas y
limitaciones. Así mismo, el encuentro con el conocimiento es un reto
emocionante que implica estar dispuesto a volver a empezar todo el tiempo.
El
primer año (2011) fui tallerista de un grupo de niños entre los 10 y 13 años de edad y el segundo de un
grupo entre los 7 y 9 años. De ellos aprendí que cada uno es diferente y por
tanto su forma de acercarse al conocimiento es particular.
Ojalá
muchos niños se sumaran a formar parte de este cuento, hasta ahora único en
Latinoamérica. Que su curiosidad los lleve a mirar el mundo con otros ojos y que el encuentro con el conocimiento sea como la narración de un cuento:
Que tenga un inicio: la motivación
Un nudo: el problema, la pregunta
y un desenlace: la comprensión.
Que tenga un inicio: la motivación
Un nudo: el problema, la pregunta
y un desenlace: la comprensión.
Viernes, 1:00 de la tarde.
Con
el himno de la Universidad de los niños, los niños y jóvenes se despiden con un
hasta pronto, el calendario indica que falta un mes para el nuevo encuentro
con el saber.
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