martes, 15 de enero de 2013

Una universidad donde los niños viven la ciencia

Viernes, 7:00 de la mañana.

Talleristas y equipo coordinador se preparan con juegos y danzas para la llegada de los niños y jóvenes.

El lugar que les cuento, aunque suene repetido, parece sacado de un cuento…

Un lugar muy cercano al mundo de los asombros, de la curiosidad y el conocimiento: La Universidad de los niños EAFIT. Ubicada en Medellín, Colombia, esta  Universidad sin rey pero donde la pregunta tiene corona, 1.627 niños y jóvenes se encuentran cada mes para darle respuesta a una pregunta: ¿Por qué hay ricos y pobres?, ¿cómo vuelan los aviones?, ¿cómo saber si las decisiones del gobierno son las mejores para las personas?, ¿cómo mantener limpia el agua que utilizamos?, etc.

La Universidad de los niños EAFIT es un programa que propicia el acercamiento entre los niños, la investigación, la ciencia y la universidad. Su propósito es que los niños y jóvenes se apropien del conocimiento científico de una forma divertida y creativa en el que la principal motivación para aprender son las preguntas.

Seguro usted, lector, ha tenido estas preguntas. Yo también, y esa curiosidad es la que luego nos lleva a una nueva etapa, la de indagar e investigar para tener respuestas. La Universidad de los niños tiene dos etapas: Encuentros con la pregunta, niños entre los 7 y 13 años que asisten por primera vez al programa se acercan a la ciencia y la investigación a través de preguntas que parten de ellos mismos. Expediciones al conocimiento, la segunda etapa, los niños entre los 8 y los 16 años que ya han pasado por encuentros, se relacionan con la investigación y el saber científico que se realiza en la Universidad EAFIT; en compañía de investigadores los participantes  interactúan con espacios y herramientas cotidianas a su oficio.

Conocí esta máquina de preguntas hace dos años en la Universidad, donde estudio Comunicación Social y me vinculé al programa como tallerista. Pensé que sólo se trataba de saber interactuar con niños y cómo ser líder de un grupo. Lo que descubrí fue maravilloso.

Había olvidado asombrarme por las cosas “pequeñas”como las nubes, las hojas de los árboles, la vida… fue como volverme a encontrar con el niño curioso que, de algún modo, todos guardamos atesoradamente.

No fue un encuentro fácil. Para entablar relaciones con los niños aprendí que es necesario empezar a relacionarse con uno mismo, con sus miedos, fortalezas y limitaciones. Así mismo, el encuentro con el conocimiento es un reto emocionante que implica estar dispuesto a volver a empezar todo el tiempo.

El primer año (2011) fui tallerista de un grupo de niños entre los 10 y 13 años de edad y el segundo de un grupo entre los 7 y 9 años. De ellos aprendí que cada uno es diferente y por tanto su forma de acercarse al conocimiento es particular.

Ojalá muchos niños se sumaran a formar parte de este cuento, hasta ahora único en Latinoamérica. Que su curiosidad los lleve a mirar el mundo con otros ojos y que el encuentro con el conocimiento sea como la narración de un cuento:

Que tenga un inicio: la motivación
Un nudo: el problema, la pregunta 
y un desenlace: la comprensión.

Viernes, 1:00 de la tarde.

Con el himno de la Universidad de los niños, los niños y jóvenes se despiden con un hasta pronto, el calendario indica que falta un mes para el nuevo encuentro con el saber.

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